--------------Cuando no se le ayuda a la verdad, la mentira se impone (y sus daños).

domingo, 20 de septiembre de 2015

Todas las sinrazones interesan o todas dan buenos beneficios a partir de la desigualdad y de la indignidad (pues de la igualdad o del reconocer la razón no son posibles rentabilidades individuales o grupistas); por lo tanto, los pillo-intelectuales aprovechados, van a seguir apoyándolas, por tal negocio implacable a justificaciones de todo, a almas vendidas y, los escrúpulos, a cotorreos, les resbalan
Y lo imponen todo, ¡eso precisamente no se les olvida nunca!

2 comentarios:

José Repiso Moyano dijo...

¿Quién ayuda a un pobre humilde que trabaja para la verdad?, ¿qué lobby trabaja para él?

¡Nada!

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4 de enero de 2014

José Repiso Moyano dijo...

Todo el mal se hace por quienes mueven todos los recursos públicos y todos los recursos del poder y de sus arrastrados-beneficiarios para impedir que el bien siga de pie o respirando o para impedir a alguien que diga la verdad (e impedirle lógicamente todos sus derechos y sus respiros).

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En España se cometen miles de injusticias en poco espacio de tiempo por los mismos escritores españoles, pero ellos no las ven.
Es como si tuvieran un cerebro predeterminado o bloqueado o fijo o empedrado con necedad total para hacer solo circos mediáticos y de poder a lamidas de culo, obligado solo a ver únicamente la mierda, a ver su propia defecación literaria en estupidez megalómana nada más.
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Siempre ayudan a los mismos, a los pillos, a los sobreprotegidos o a los falsantes, a los memos o a los lameculos con perogrulladas todos los días; pero jamás al verdadero esfuerzo del que desenturbia y dignifica todo. Sí. ¡Jamás sabrán valorar ni jamás sabrán ser justos ni jamás dejarán de ser crueles! Eso es y APARIENCIAS, APARIENCIAS Y APARIENCIAS son lo que se montan para engañarlo todo...
Son únicamente ayudadores de lo vano, de lo estúpido, de lo esclavo y de lo falso.

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Lo que supuso el hacer telenovelas o culebrones o procultura basura es una de las máximas cruldades que se han hecho, lo que equivale ahora a los culebrones antiliterarios -vacíos totalmente de algún valor, de alguna inteligencia o de un no venderse- que los escritores españoles sobreprotegen.

1 de enero de 2014