- No estar condicionado por prejuicios (antes de pensar en un tema, no puedes tener pensamientos concluidos o ya concluyentes).
- No escoger elementos no racionales (de gusto, de creencia, de tópicos, de "lo dicen muchos", de "me parece normal, bueno o lógico" -puesto que hay que explicar siempre la lógica, si la hay-)
- No impedir el completo proceso racional (claro, dejando que te hablen no únicamente los que están de acuerdo contigo, y de seguida censurando o huyendo de la contraargumentación).
- No mezclar nunca la razón con mecanismos de confusión o deconveniencia (el que sea obligatorio "ser patriótico" o ser obediente o ser de tal clase o marca, por ejemplo).
- Aplicar únicamente las reglas racionales (la no contradicción, etc; nunca otras)
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ESTRATEGIAS DE LA CRUELDAD PRACTICADA A TRAVÉS DE LA MÁSCARA DEL BUENISMO:
- Decir todos que van a ayudar a la racionalidad; pero, al final, nadie la ayuda (y siempre sí a la mediatización falsa con influencias humillantes de poder y recursos públicos).
- Decir todos que van a ayudar a la justicia social; pero, al final, el marketing, los lobbys, los bancos y los dictados religiosos son los ÚNICOS QUE GANAN -en objetiva práctica- quedándose sola la justicia social.
- Decir todos que luchan por la libertad; pero, al final, se dejan esclavizar totalmente por demagogos -en adicción estúpida al mediático demagogo-, por encadenantes costumbres y por alineaciones -en borreguismo- opresoras de libertad o incontestables.
- Decir todos que quieren erradicar la pobreza; pero, al final, la desigualdad realmente va aumentando -y el resultado es el que vale-. Porque cada instante de sus vidas ayudan a lo mismo -en ceguedad- o a las mismas reglas del circo del poder y de sus mecanismos injustos; además, sí -con miserable ética-, desprotegiendo o maltratando al que construye racionalizando en sensatez todo y no consintiendo eso.
29 de mayo de 2014
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