LA
IMPOSICIÓN ES EL ENGAÑO MISMO
La
verdad sólo puede tener origen, desarrollo y fondo de verdad, o sea,
de razón, pues es lo único que es capaz de demostrar real u
objetivamente algo. Así es, siempre la razón conseguida sólo con
reglas de racionalidad garantiza sí o sí alguna verdad, la que sea.
Con
eso previo, nadie (ni la sociedad per
se)
puede imponer con sus acciones o con sus palabras nada a nadie a
través de cierta irracionalidad o a través de debilitarle a alguien
sus RECURSOS DE DECISIÓN:
Conocimiento
sin desinformaciones-confusiones y sin ser manipulado por
sinrazones.
No
recibir presión, violencia instrumental o silenciamiento de algún
poder.
Ser
valorado siempre en función del equilibrio o razones que aporte a
la sociedad.
La
base que facilita cualquier bien político o cultural es que NADIE
IMPONE NADA A LOS DEMÁS; por lo que, sin restricciones, cada
persona debe siempre contar con esos recursos de decisión,
sin que nada se los ningunee o se los impida.
Pero
casi siempre actúan, con sutilidad, unas sobreprotecciones o unas
inútiles valoraciones (usadas por insignes intelectuales que sirven
a algún poder o por tendencias dominantes) que echan por tierra tal
garantía del bien básico o de la no imposición para nadie. Sí,
porque valoran
a contraequilibrio
todo sin que se den cuenta ellos mismos afectados de antropocentrismo
narcisista o de subliminales estéticas que tarde o temprano
desarrollarán el autoengaño o el error.
En
una sociedad, asimismo ninguna infraestructura puede debilitarle a
alguien sus recursos de decisión, ya sea por barreras (imposiciones)
creadas por sobreproteccionismos
o ya sea por dobles
morales
que se aplican siempre mediante el chovinismo, el clasismo, el
clientelismo cultural o el elitismo soberbio de los mismos
intelectuales.
La
imposición también es el tener que aceptar (por vetos,
desprotecciones y presiones sociales) razones imperantes que no lo
son o valoraciones correctas que nunca son correctas; porque
la imposición, en el fondo, busca o pretende la inmovilidad o la
resignación
de algo (a veces de la misma verdad), o la sucia esclavitud de algo
(como ocurrió y ocurre con el machismo todopoderoso que sin duda
mueve toda la sociedad).
En
fin, una digna persona o una persona que rechaza cualquier facilidad
o mecanismo del engaño en el mundo siempre debe
contraponerse a la imposición
que se realiza debilitándose los recursos de decisión de otro o
incluso de un pueblo completamente manejado por valoraciones
desequilibradas o incorrectas.
Por
eso, es importante la tolerancia, la comprensión, el diálogo, la
mediación y siempre
la racionalidad
para que nada se imponga y ya cualquier bien se vea desarrollado
libremente como bien, y jamás (¡jamás!) como estupidez o como
error.
José
Repiso Moyano