sábado, 6 de marzo de 2010
SOBRE ABORTO:
Yo no puedo predeterminarle la vida a una mujer (con prohibiciones y con condenas de cárcel) basándome sólo en fuentes religiosas (de tantas) o en subjetividades (tan proclives al error). No, pues eso sería un total prejuicio, ciertamente, una injusticia que no voy a crear por muchas presiones -y “tirar de piedras”- de intolerantes.
Si el aborto es ya algo inherente a la propia naturaleza de todos los animales, cuyos procedimientos de reproducción seleccionan aquellos que son más idóneos para ser desarrollados y cuidados, en la mujer no es algo, no, muy distinto; pero, en ella, a diferencia, existe una comprometida respuesta -en voluntad- desde su “condición social” -no esclava-, por sus derechos, por su libertad misma -que determinará más o menos su felicidad- y nunca eso ha de ser ante una imposición cerrada de “ideas” utilizadas al arbitrio por intereses religiosos -hasta Jesucristo no imponía ni condenaba, sólo comprendía, ayudada y perdonaba-.
No, por mi parte, no estoy de acuerdo con ninguna ley del aborto puesto que, cualquier ley, es perfeccionable -a la hora de ser aceptada sin reticencias- y ya el contenido que implica es muy delicado o sensible. Si embargo, con la que estoy plenamente en desacuerdo es con la ley del aborto que protegió y consintió el partido del PP, ya que era el momento histórico adecuado para que hubiera sido perfeccionada; pero no lo hizo.
Y en cuanto a una mayor culpabilidad, es precisamente la Iglesia la que tenía que haber respondido con un verdadero interés -durante toda la historia- para cuidar esos niños de mujeres violadas -y a protegerlas-, ya que mucho tiempo en pragmatismo tuvo sin que lo hubiera dedicado a la contemplación, a prejuzgar con palabrería desde sus grandes privilegios y a esa holgazanería de “no sudar el pan” como cualquier pobre del reino de Dios (y no, tampoco, para que -ahora- muchos de sus adeptos califiquen a esas mujeres de putas y asesinas, ¡qué fácil es lo fácil!).
Yo no puedo predeterminarle la vida a una mujer (con prohibiciones y con condenas de cárcel) basándome sólo en fuentes religiosas (de tantas) o en subjetividades (tan proclives al error). No, pues eso sería un total prejuicio, ciertamente, una injusticia que no voy a crear por muchas presiones -y “tirar de piedras”- de intolerantes.
Si el aborto es ya algo inherente a la propia naturaleza de todos los animales, cuyos procedimientos de reproducción seleccionan aquellos que son más idóneos para ser desarrollados y cuidados, en la mujer no es algo, no, muy distinto; pero, en ella, a diferencia, existe una comprometida respuesta -en voluntad- desde su “condición social” -no esclava-, por sus derechos, por su libertad misma -que determinará más o menos su felicidad- y nunca eso ha de ser ante una imposición cerrada de “ideas” utilizadas al arbitrio por intereses religiosos -hasta Jesucristo no imponía ni condenaba, sólo comprendía, ayudada y perdonaba-.
No, por mi parte, no estoy de acuerdo con ninguna ley del aborto puesto que, cualquier ley, es perfeccionable -a la hora de ser aceptada sin reticencias- y ya el contenido que implica es muy delicado o sensible. Si embargo, con la que estoy plenamente en desacuerdo es con la ley del aborto que protegió y consintió el partido del PP, ya que era el momento histórico adecuado para que hubiera sido perfeccionada; pero no lo hizo.
Y en cuanto a una mayor culpabilidad, es precisamente la Iglesia la que tenía que haber respondido con un verdadero interés -durante toda la historia- para cuidar esos niños de mujeres violadas -y a protegerlas-, ya que mucho tiempo en pragmatismo tuvo sin que lo hubiera dedicado a la contemplación, a prejuzgar con palabrería desde sus grandes privilegios y a esa holgazanería de “no sudar el pan” como cualquier pobre del reino de Dios (y no, tampoco, para que -ahora- muchos de sus adeptos califiquen a esas mujeres de putas y asesinas, ¡qué fácil es lo fácil!).
3 comentarios:
Para manipular "masas" el poder religioso siempre existirá; el poder político no tanto, pues es algo inconstante en eso.
Así que la ultraderecha sabe lo que se hace, arrimarse sin condiciones al poder religioso, contar con él siempre..., para tener los derechos que pidan los de abajo y los que puedan pedir las mujeres controlados a sus mismos antojos.
Y, de paso, también, después de destruir participando -en complicidad- en una u otra dictadura, con tácticas de "por la vida", etc. ya están salvados, vendiendo una imagen de buenos, de rezadores del bien.
Un asesino siempre DESEA MATAR a alguien (es la prueba objetiva de que es precisamente un asesino); cualquier mujer que aborte en el mundo NO DESEA MATAR, sino que tiene que decidir algo que determina ineludiblemente su existencia: toda su libertad, su felicidad, su concepción de familia, etc.
Es decir, que una mujer violada, para que se enteren ya ¡esos!, no tiene por qué -a la fuerza- que tener lo que el odio del violador le ha impuesto.
Publicar un comentario