--------------Cuando no se le ayuda a la verdad, la mentira se impone (y sus daños).

martes, 23 de febrero de 2016

Facundo Manes dice: "Somos lo que pensamos". De una manera objetiva o estaba borracho o estaba loco o es un sinvergüenza total sin alma: porque eso no puede ser así ni en pintura, ¡jamás!

No, porque lo que tenemos al nacer, eso, lo somos y aún no lo hemos pensado.  Además, si un mosquito nos pica, o sea, la picadura de un mosquito y que pasa desapercibido para nuestro pensamiento, eso, lo somos porque pasa a la memoria de nuestro sistema inmunitario y él nos determina.
Habría que decir -solo racionalmente- que somos la interacción con el medio,  no otro invento o rollo o falsedad.

2 comentarios:

José Repiso Moyano dijo...

La verdadera maldad siempre persigue que tú la consientas-apruebes porque, al fin, TE HA DISEÑADO a trampas o a antiética como es ella.

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NO TE ADAPTES AL MAL AUNQUE TE LO DIGAN CIEN MIL PILLOS MEDIÁTICOS, BUENOS POR FUERA PERO PODRIDOS EN MIERDA por DENTRO

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Cuando pisoteas la razón (motor de la ética) implica ya la total INEXISTENCIA DEL RESPETO por tu parte; que hables de él es ya más crueldad y ya más burlarte de él

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El bien se exhibe casi siempre, y por eso se ve casi siempre. Por el contrario, el mal casi siempre se esconde para triunfar libre de reproche, de freno o de mancha


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No quites al mundo alguna verdad (las cosas como son) para poner tu mentira (tu sinrazón, tu porque sí, tu rollo,etc). Mejor es que no des nada, ¡pero no quites!

José Repiso Moyano dijo...

Hasta los cuarenta años -y aún también- me dediqué, de día y de noche -pues poco dormía para lo siguiente que digo- en crear bienes sociales (reconocer el esfuerzo racional, barreras a lo establecido a porque sí, romper el hielo en desigualdades sociales, dar pasos valientes en frenar costumbres crueles, el práctico no consentimiento de lo injusto, el no esquivar demostraciones, aclaraciones por la eliminación de prejuicios, etc) utilizando la totalidad de mis recursos vitales -incluso algunos de comer- mientras que, tales recursos, mis vecinos compraban grandes propiedades en vistas al futuro de sus bolsillos y mientras los escritores españoles los utilizaban en pillar únicamente para ellos por todos sitios con sumarse a sobreproteciones rastreras o con lameculismos incluidos

Así es, mis bienes sociales están ahí, en la sociedad, en los hechos, y todo el mundo inevitablemente los coge -sí, aunque no se quiera se cogen, porque están ya en el uso social y eso no depende de querer-. Por el contrario, pongo en claro que yo no he recibido ni la millonésima parte de nada, o sea, ¡nada jamás de ellos! Y no es solo eso, sino que me han quitado cada segundo vital digno, y los elementos también de ayuda que la misma naturaleza me los daría si no lo impidieran; y no solo eso, sino también los millones de segundos de felicidad que me han impedido, de vida mínima, de derechos humanos -que sí tuvo objetivamente por ejemplo Hitler-. ¡Qué fríaldad sin alma son! ¡Qué infinita crueldad!

26 de noviembre de 2015