--------------Cuando no se le ayuda a la verdad, la mentira se impone (y sus daños).

jueves, 3 de diciembre de 2009

En España (también en países de sistemática persecución política por quienes gobernaban, como en Chile o en Argentina) existen dos bandos posesionados ante una errónea "memoria histórica" inculcada durante cuarenta años sobre unas personas que, en realidad, fueron matadas y enterradas COMO TERRORISTAS, sin un juicio previo y sin una consideración, desde el poder, humanitaria. Claro, los que no fueron críticos -ni ahora tampoco- para reconocer ese error, NO QUIEREN subsanarlo y ni tan siquiera que se toque "la memoria histórica" aduciendo que, eso, podría despertar divisiones y crispaciones -como también cualquier palabra, cualquier libertad de expresión-; en cambio, los que fueron perseguidos por el gobierno dictatorial -y por los que estuvieron de su parte- sí quieren con grandes motivos, ¿por qué no?, ya sea por dignidad, ya sea también porque se inculque otra cosita diferente a lo que los otros ya inculcaron -bajo presión continuada- durante cuarenta años.
Al paso, ¡sí!, un abogado, en un programa de esos de la "ligereza", de la sinrazón y del griterío contumaz a lo macho, ha dicho -creyéndoselo él- que los fusilados ya tienen una suficiente dignidad enterrados entre... sus compañeros -acabando a lo fácil así el problema, con su "FIN", como en las películas-; pero ¡bueno!, ¡sí!, y ¿un caso en que fue uno enterrado con un perro? -¿es eso relacionar las dignidades? -¿quién decide a la fuerza "el compañerismo"?-, y ¿qué tales compañeros y qué leches si algunos fueron enterrados hasta con desconocidos?-, etc. Por lo tanto, sería mejor -o provechoso- que la locura tuviera, en España, su eficaz vacuna para evitar que más loca se extienda o que se agrave.

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