Si te dejas pisotear, ¡te lo mereces!
(claro, porque miserablemente no has luchado por tu dignidad ni por tu autoestima ética).
La verdad va a todas partes y con la cabeza bien alta; pero la mentira no, porque le cogen pronto sus trampas con solo aplicar un poco de razón y de decencia irrebatible.La razón lucha por su dignidad -que siempre la tiene-, en cambio, la mentira empieza montándose su seudodignidad para un triunfo cómodo y fácil en una total carencia de dignidad pero, a partir de ahí, se lo descubren todo: su escalofriante vacío ético.
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