La sociedad ha llegado a un camino en donde han aparecido unos graves problemas, a los cuales les corresponde -en madurez- unas grandes responsabilidades; esos son: aumento de población y de necesidades de supervivencia, unas energías que se agotan y el cambio climático. Pero, ante ello, la reacción -la talla ética- ha sido de insensatez y de mediación de la insensatez dirigiéndose al DESPERDICIO.
Así es, la crisis ha sido un desperdicio -demasiado se ha gastado inútilmente y demasiados se han APROVECHADO de burbujas o especulaciones de mercado-.
Tal desperdicio se ha hecho porque:
- El mercado ha hecho lo que le ha dado la gana hasta llegar a fines inviables -y dentro de él, los bancos y los inversores-.
- La especulación ha sido total sin que ni siquiera un ciudadano honrado haya sido protegido por nadie.
- El dinero más que nunca -por el efecto de la globalización- se ha movido de una forma transnacional, evadiendo impuestos, desestabilizando partes del mercado estable y haciéndose improductivo -o sin ya utilizarse como inversión- en paraísos fiscales.