Sin razón o sin proteger al que a probación la objetiviza (o sea, aclarándola o dejándola en firme como razón), jamás se puede exigir un bien o una razón o un valor ético.
Eso es así, sin luz no se puede exigir luz; y, sin atender a lo que te puede dar la verdad, ni siquiera un segundo luego puedes exigir verdad.
Eso es así, sin luz no se puede exigir luz; y, sin atender a lo que te puede dar la verdad, ni siquiera un segundo luego puedes exigir verdad.
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