jueves, 24 de marzo de 2016

Ninguna verdad debe estar supeditada a una mentira (pues dejaría de ser verdad); por eso, se ha de luchar contra cualquier mentira, sin darle un favor a una (o sea, de dejarla pasar o de disfrazarla o de no descalificarla en coherencia ineludible a la precisa repulsa de lo antiético).
Las cosas como son; y ninguna verdad debe temer a alguna mentira, aunque a tal mentira la sobreprotejan miles de miles (sí, porque en suma esos van sobreprotegiendo al mal-sinrazón o a la mentira)

1 comentario:

José Repiso Moyano dijo...

Nunca, infinitamente nunca se me ha permitido (a miles de objetivas e invendibles pruebas racionales) la libertad de expresíon en España.

Nunca, infinitamEnte nunca se me ha permitido (a miles de objetivas e invendibles pruebas racionales) la mínima dignidad humana (a la cual no se le puede negar ni a Hitler, porque una persona tiene dignidad de persona, una mínima estipulada en la Convención de los Derechos HUmanos y en la moral de totas las religiones) nunca de perro.

Nunca, infinitamente nunca se me ha permitido (a miles de objetivas e invendibles pruebas racionales) un segundo de derechos humanos o de respiro o de no tortura en España

10 de marzo de 2016

Eso -objetivamente horrible- en honor a la verdad es ineludible, ¡que no vengan luego diciendo que los yihadistas u otros son los horribles, ¡que se miren a su nazismo cerebral!, ¡y, por ética, pronto!

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