domingo, 1 de marzo de 2015

El poder impregna a una palabra proteccionista -para él- de virtuosidad o de bonitez y, con sus recursos, la hace que permanezca en el pueblo, la sobreprotege y la inculca. Es el caso de la bonitez de la palabra "sumisión" (o sea, que se aprovechaba en la sumisión incontestable del siervo, en la sumisión del creyente en la cúpula catolicista y en el mismo Rey,  en la interesada sumisión de la mujer para la sociedad patriarcal, etc.)
Bueno, si por el respeto se ve cualquier injusticia amparada o protegida a través del mismo respeto, entonces si tú no dejas de proteger (o de respetar) tal injusticia, ¿cómo va por ti a vencerse o eliminarse?Sí, ¿cómo vas a eliminar la injusticia A al mismo tiempo que la respetas o la proteges?, ¿a lo loco o a lo falso?

1 comentario:

José Repiso Moyano dijo...

Tú no puedes darle todas las licencias o "licencias para matar" -o que esté por encima del bien y del mal- a una palabra, por muy bonita que te la hayan vendido.

Al igual que durante siglos todos utilizaron "mi mujer" (porque era una prolongación de las posesiones del hombre, que era el único que podía poseer en la sociedad patriarcal)

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