domingo, 25 de enero de 2015

La crueldad todos la elaboran (basta de inocentismos), unos con perversos consentimientos, otros ciegamente valorando las mentiras y otros lamiéndo más los pies al poder -o a su alineación- sin condiciones. Siempre reconocen a conveniencias, a juego sucio.
Y al que juega limpio, solo construyendo, le pisotean hasta el alma.
Bastantes quieren erradicar las sinrazones sin tener en cuenta a la razón -¡vaya paradoja!-; o a los que la demuestran o siempre se desviven por ella (así es, son objetivamente malnacidos destructores, pero a marhuendismo genocida utilizan poder para ponerse de santos, ¡ésa es la máxima crueldad!). La mentira es negocio o comodidad inmoral.

2 comentarios:

José Repiso Moyano dijo...

Primero inventan un miedo (por ejemplo: España iba a ser intervenida económocamente ante la crisis y, ante eso, ya justifican todos los más crueles remedios.

¡Ese es el mal!

Por ejemplo:
Si quiero maltratar a un perro con total impunidad, primero me invento que tiene un gran mal -la rabia- y, así, porque lo tiene ya es justificable darle hachazos para salvar a los demás de él.

¡La crueldad nazi ya estaría así buenizada y santificada!

6 de febrero de 2014, 16:08

José Repiso Moyano dijo...

Aclaración para cabezoduras:

- Una PROTESTA, una INDIGNACIÓN, una REBELDÍA con causa racional o una DENUNCIA SOCIAL siempre conlleva o comunica DESPRECIO, desprecio a algo que está mal.

- Igualmente siempre implica que no respetas algo al pie de la letra o de los hechos, o sea, que no lo respetas -por muy maquillaje hipócrita que le pongas-.

- E igualmente lo descalificas, claro, que no lo bien calificas; y según la gravedad de lo que protestas aumenta, sin rodeos, esa descalificación.

26 de mayo de 2012

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