En el fondo, ningún gobierno deja su tendencia obsesiva por cumplir ciertos mandatos nunca políticos. Sí,
deberían gobernar por derechos y por prosperidad igualitaria -no clasista o marginal-,
pero gobiernan por estar
por tal élite internacional,
por religión y
por instalar una disciplina propia -de rigor o de opresión contra disidencias- que trascienda por mucho tiempo.
En vez de no prohibir por religión -que eso es nada más que imponer-, pues dictan sus moralinas para... destruir.
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