jueves, 25 de julio de 2013

-  Los poderosos nunca dan libertad; puesto que, cuanto más libertad den, menos poderosos serán.
Los poderosos nunca darán toda la transparencia; puesto que, cuando la den, no tendrán margen de maniobra para controlar o dirigir -dirigismo- o manipular -que consiste en nunca enseñar limpiamente todas las cartas con las que juegan-.
Los poderosos siempre imponen un dirigismo; puesto que ya están alineados hacia un horizonte ideal o ideológico - no importándoles estrictamente la razón- sólo de ellos.
Los poderosos siempre piropearán a la sociedad -al pueblo- en donde están todos los conflictos; porque sólo quieren ser mesiánicos -embaucadores para ganar adeptos- de solucionarlos  sin enfrentarse a sus causas y naturalezas. 

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