En España, tires por donde tires, todo es justificar lo injustificable, con un truco o con otro truco, con una astucia o con otra astucia, con un descerebramiento o con otro, con mil caras o con cuatro mil, etc., se la averigüan para lo más atroz hacerlo bonito, la complicidad hacerla cotidianidad, la mentira total hacerla certeza destruyendo todo lo que no vaya acorde a su intolerancia, haciendo un campo de concentración para la razón y para lo que sea contrario a ellos...
Ellos sí todo, o casi todo o mucho... pero ni la millonésima parte de un segundo han permitido de dignidad, de derechos, de algo, de vida ni a mí ni a las personas que he demostrado que son las únicas que sí tenían corazón o ética (¡ellas jamás!).
Pero, con total seguridad, a Jesucristo lo hubieran crucificado una vez y otra miles de veces.
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En España, tires por donde tires, todo es justificar lo injustificable, con un truco o con otro truco, con una astucia o con otra astucia, con un descerebramiento o con otro, con mil caras o con cuatro mil, etc., se la averigüan para lo más atroz hacerlo bonito, la complicidad hacerla cotidianidad, la mentira total hacerla certeza destruyendo todo lo que no vaya acorde a su intolerancia, haciendo un campo de concentración para la razón y para lo que sea contrario a ellos...
Ellos sí todo, o casi todo o mucho...
pero ni la millonésima parte de un segundo han permitido de dignidad, de derechos, de algo, de vida ni a mí ni a las personas que he demostrado que son las únicas que sí tenían corazón o ética (¡ellas jamás!).
Pero, con total seguridad, a Jesucristo lo hubieran crucificado una vez y otra miles de veces.
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