miércoles, 14 de enero de 2009

Algunos quieren sobornan a la razón (pues poco se preocupan por ella) y la suplantan por lo que imponen "artificiosamente" parecido... a la razón. Hay verdaderos "malnacidos" que todos los días, TODOS, y en medios públicos, mienten... hasta con el aliento.

Para respetar a la razón, hay primero que respetar a su único procedimiento sin más interés que la realidad -guste o no guste-.
Unos empiezan ya por una deducción a la que, después, adaptan todos los argumentos que vayan surgiendo, entre risas y babas de narcisismo o de pedantería; otros ya argumentan de tantas y tantas cosas al mismo tiempo -destornillados de la parte de arriba- que, al final, la conclusión o lo que se llame les sale "en un decir de todo -en suma- y de nada en concreto".
Pero... todo razonamiento debe basarse en un tema claro (partiendo de la inducción: lo que hay que tener en cuenta de ese tema en la experiencia, de toda la posible, o de... toda); luego, en una argumentación (aduciendo y relacionando o explicando las aducciones con coherencia); y, luego, siempre por último, la conclusión (que ha de ser, sí, una deducción con suficiencia, es decir, que no quepa o no esté "por debajo" de otra conclusión más clara o evidente).

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