martes, 14 de agosto de 2018

Siempre como consecuencia del eludir (antiéticamente) al que demuestra razón a solo razón (o del no protegerlo) está por seguro la CONFUSIÓN. Eso es, y el peor enemigo de la sensatez  es la confusión, y del distinguir la justicia, y del clarificar la comprensión, o de toda la ética en resumen.
La confusión, en objetividad, es lo que tú produces porque tú no estás escuchando o protegiendo al que clarifica irrebatiblemente a solo razón (sin tener otro escudo), sino a otro con mucho ambiente-escenario de halago-color al servicio de uno u otro poder o sinrazón.
 El bien jamás admite CONFUSIONES (ni excusas ni frivolidades): o lo proteges referenciándote siempre en quien te lo aclara-demuestra o lo matas. Igual la salud, e igual la razón. Porque ahora cómo se mata al bien es confundiéndolo, sí, algo de lo más eficaz; claro, cómo está confundido, pues nadie lo realiza al estar confundido o ya enterrado o no especificado (por hacer).

1 comentario:

José Repiso Moyano dijo...

Cuando tú usas una MALA VALORACIÓN
porque sobreproteges algo por encima de la razón (que insiste tras demuestrarte el error)
objetivamente estás haciendo:

-negarle los DD.HH. y la dignidad a otro
-quitarle el pan a otro
-usar el peor juego sucio y cobarde que existe para tu ego
-aplicas el negacionismo mismo dela razón o bien

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