El mal -por sinrazón- es realizado -objetivamente- por personas, por grupos y por países; así que un país que realiza el mal, invalida en una proporción su cultura y mi deber u obligación ética es, sin excusas y sin demora, condenarlo -sí o sí éticamente- tenga el poder que tenga tal país. Al igual que es mi absoluta e ineludible obligación actuar contra un maltrato a la naturaleza, por ejemplo.
La verdad jamás debe doblarse para que se monte en ella
un país por mucho mal y poder que tenga.
El error, la complicidad con el error y la sinrazón siempre son propios de todos excepto siempre de quien demuestra razón (o sea, que la demuestra inengañablemente con cientos de pruebas irrebatibles además por aval). Por eso, en claro desproteger a quien demuestra (utilizándose algún poder: mediático, judicial, corporativista,etc) absoluta u objetivamente es una acción bárbara, diabólica o nazi, exacto, el mal en sí.
