jueves, 1 de mayo de 2014

Siempre he buscado el primer impulso social precisamente destructivo de lo social, o sea, el primer mal determinante de lo antisocial y de lo antiético -tal acción fortalecida, origen de todos los males-
Y es la SOBREDIGNIDAD. Cualquier gran injusticia o gran crueldad que ha habido en el mundo se crea y se proyecta por un acto de sobredignidad (la sobredignidad de un pueblo sobre otro, de una religión sobre otra, de una raza sobre otra -de la raza aria sobre otras-, de una tendencia cultural sobre otras, etc.).

2 comentarios:

José Repiso Moyano dijo...

Cualquier poder -con inevitable uso para su propio beneficio y abuso en humillar de tal poder- corporativo, condescendiente a lo poderoso -o establecido- o con muchos recursos de presión proyecta esa SOBREDIGNIDAD.

José Repiso Moyano dijo...

Un ultrainútil escritor español dice que él -objetivamente nazi- no es nazi porque no ha matado a nadie.

Sí, eso es lo que se cree él, como inútil total -y perversidad-. Hitler era nazi y él no mató a nadie, al igual los mayores nazis no mataron a nadie. Hay que considerar que la máxima destrucción o el máximo mal o el máximo nazismo no significa matar, sino destruir.

Por ejemplo, esta crisis ha destruido demasiado, más de lo que destruyen las guerras, y... no ha matado a nadie.

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